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El Templo Parroquial de Castellar, por D. Juan de Dios González Carral

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En estos días está en boca de todos los castellariegos el estado lamentable en el que se encuentra el tejado de la Excolegiata de Santiago... los dos años de lluvias que llevamos padeciendo no han hecho más que aumentar el desastre. Sus tejados, sobre todo en la parte posterior de la Colegial, están medio caidos o con tremendos boquetes por los que el agua campa a sus anchas, y las baldosas azules, tan carácterísticas de nuestro emblemático monumento, se desprenden de su lugar de aposento, yendo a caer a gran velocidad y con el consiguiente peligro que ello conlleva, a las aledañas calles de Mendo Benavides, Plaza de la Constitución y Avd. Andalucía. Ya han sido varios los vehículos en los que han impactado, causando diversos daños materiales... por suerte no hay que lamentar ninguno personal... de momento.


Hace algunos años, al parecer, otro de nuestros monumentos religiosos, la Parroquia de Nuestra Señora de la Encarnación, "la iglesia de abajo", parece que tuvo también sus más y sus menos en lo que a su mal estado se refiere. Este papel, un impreso en a3, escrito por nuestro ilustre vecino, D. Juan de Dios González Carral, del que desconozco su año de publicación, y por tanto no sé a que año se refiere exactamente, me fue entregado por "Ramoncita" Hidalgo, diciéndome que era de su padre y que le gustaría que de alguna forma lo publicara en esta web, para conocimiento general. Creo que no hay mejor ocasión que ésta, para que veamos y recapacitemos, sobre todo aquellos que pueden hacer algo para remediarlo, de lo que puede llegar a ocurrir en un monumento que es de los más emblemáticos de este pueblo, nuestro Castellar...

"En algunas calles del Norte de esta villa resonó gran estruendo a las diez de la noche del dia 7 del mes de Octubre; los vecinos salieron alarmados de sus casas para enterarse de la causa originaria de lo que habían oído y pronto lo supieron; a la mañana siguiente se vio que tres vigas de una de las naves laterales del templo se habían hundido y con ellas parte del tejado que soportaban.

Era el tercer caso de esta índole que se ha producido en aquel edificio durante los dos últimos años. Este suceso le impulsó a publicar sucintamente la historia de esta construcción por si el conocimiento de ella sirviere para estimular y convencer a quienes por su elevada representación política o influencia puedan evitar que este edificio quede reducido a pocos años a un montón de escombros.

HISTORIA DEL TEMPLO

Según nos dice la CRONICA DEL SANTO REY en su capítulo XIII, hacia el año 1225 sacó su hueste y entró por tierra de moros el Rey Fernando III, conquistando sucesivamente los pueblos de Iznatoraf, Sorihuela, Chiclana, Santisteban y otro que lindaba con todos ellos por estar enmedio, que entonces se llamaba Torre Albet, sin duda porque fue dominio de la esclarecida familia que llevaba este nombre.

Inmediatamente que cayó en poder de los cristianos, fue cambiado aquel nombre por "El Castellar" el que acaso se eligió para expresar su sistema de edificación defensivo, que estaba formado por tres castillos o torres aisladas defensoras de los fancos Sur, Este y Oeste, ya que el Norte es una ladera muy pronunciada que constituye una defensanatural. Del castillo situado en el altozano quedaban los restos hace pocos años y hemos visto también la galería subterránea de escape que salía al campo, a más de un centenar de metros de distancia del edificio; no podemos precisar el sitio que ocupaba el Castillo del Sur, porque al extenderse el pueblo en este sentido lo hizo desaparecer. La defensa del Oeste estaba formada por un patio amurallado de forma rectangular de 15 x 30 metros aproximadamente, y de una torre destacada del muro del Oeste, al que dividía en dos orejones iguales y en el del Sur se observa todavía el recuadro decorativo árabe de la portada, muy erosionada por el tiempo, en el que existe tabicala la antigua puerta de pequeñas dimensiones que daba acceso al patio de armas a modo de poterna. Un estudio arqueoógico de las bóvedas y escaleras de la torre, conduce a la suposición de que este edificio fuera construido por el muladí Omar-ben-Hafsum, durante su dominio de esta región en el siglo X, o por los árabes que le arrebataron esta posesión en el mismo siglo.

La exaltación religiosa que sucedía a la liberación de los pueblos por los cristianos, era la expansión natural contra la opresión mantenida durante varios siglos por los invasores de distinta raza y credo que los oprimidos. Las necesidades de los pueblos eran muy limitadas y antes de atender a las de carácter cívico comunal se resolvían las religiosas, reparando y reconstruyendo sus templos o edificándolos de nueva planta; pero como las arcas del Estado estaban exhaustas, como consecuencia de los enormes gastos que ocasionaba tan prolongada reconquista, se reformaba o utilizaba en muchos casos alguna edificación que a poco coste pudiera convertirse en templo dedicado al culto divino. En El Castellar se dió uno de estos casos: La torre árabe de la fortificación descrita, fue despojada de sus almenas, sus muros se elevaron cinco metros sobre su anterior altura para dejar en ellos ventanales que habían de alojar las campanas, que serían en lo sucesivo pregoneras transmisoras por medio de sus rígidas lenguas, de duelos o alegrías del vecindario.

El patio contiguo se dividió a lo largo en tres partes por medio de dos series de arcos ojivales apoyados sobre columnas de fuste octagonal, rematados con capiteles en los que se emplearon distintos elementos decorativos en cada uno de ellos. Este conjunto fue cubierto con un tejado que se apoyó sobre las paredes que formaban el patio y sobre los arcos.

Con tan escaso coste se consiguió transformar a fines del siglo XIII una vieja construcción militar árabe en una iglesia cristiana.

Tres siglos después El Castellar contaba con 2500 habitantes aproximadamente, y los 450 metros cuadrados de superficie que tenía el templo eran insuficientes para contener a los fieles que a él concurrían y hubo que ampliarlo, agregándole hacia el saliente un nuevo local de unos 180 metros cuadrados a modo de crucero; pero fue tan desproporcionada esta obra con relación a la que entonces había, que se elevó sobre ella unos 10 metros, por término medio, y aún superó la altura de la torre en más de 3 metros, produciendo una desagradable perspectiva.

El muro divisor de ambos locales fue sustituido por tres grandes arcos que los ponían en comunicación, y sobre ellos se construyó una pared ciega de unos 12 metros de altura, cuya enorme carga debía de producir desperfectos que enseguida se vieron; se agrietaron los muros presentando grandes fisuras de arriba a abajo, y perdieron su dirección vertical. No se ha hecho ningún estudio de estabilidad y resistencia del conjunto de los arcos mencionados y del muro que sostienen, pero es de suponer que falsearan los cimientos por excesiva presión, aunque las pilastras y los estribos que soportan los arcos tienen gran superficie de apoyo.

Cualquiera que examine el techo del crucero, aunque no sea profesional de la construcción, observará que la gran bóveda elíptica que existe por debajo del tejado, está desprendida del muro del Oeste, lo que demuestra que esta pared de ha inclinado hacia afuera, ya que la bóveda sigue apoyada sobre los otros tres muros, y para evitar el aumento de estos desperfectos, se construyeron, no sabemos cuando, sobre las fachadas del antiguo edificio, dos muros a modo de contrafuertes, con más de cinco metros de altura; pero por entre esos dos sostenes, el tiempo continuó su acción demoledora y los grandes temporales del año 1926 produjeron el derrumbamiento de unos metros cúbicos de pared sobre el tejado de la nave lateral del Sur, rompiendo al caer dos grandes vigas y la techumbre que soportaban.

La reparación urgentísiam no podía aplazarse y el Ayuntamiento sufragó los gastos que se ocasionaron, sin pedir ni esperar el auxilio del Estado, qeu podía llegar cuando ya se hubiese producido el total derrumbamiento de aquella parte del edificio. Con aquel motivo se revisó la cubierta que tiene un difícil acceso por el exterior y pudo comprobarse que la viga de madera de gran sección que apoyaba uno de sus extremos en el ángulo suroeste estaba desprendida del mismo, habiendo sido preciso apoyarla sobre otra que se atravesó encima de los muros de dicho ángulo. El resto de esa misma cubierta está en iguales condiciones de inseguridad.

No habrá quizá en la provincia de Jaén ningún edificio que acumule tantos valores como los que reune el templo parroquial de El Castellar, cuyo grupo de edificaciones simboliza el largo período de la Historia Patria; su torre árabe es el símbolo de la fuerza del invasor que domina y oprime al vencido; sus naves ojivales representan la fuerza de la fe, que se alza arrolladora y expulsa a los opresores de sus más fuertes reductos.

La puerta principal de estilo dórico-romano construida a la vez que le crucero al finalizar el siglo XVI, es un bello ejemplo de la introducción en España de las formas clásicas antiguas en la composición arquitectónica de aquella época, de gran esplendor artístico.

Podrían ampliarse los datos demostrativos de que este edificio debe considerarse, por lo menos, como monumento provincial, por sus valores históricos, por su antiguedad, que alcanza tiempos tan remotos como otros que están considerados por su vejez dignos de ser conservados y porque de él se deriba el nombre de este pueblo de la provincia.

Para los que aquí vivimos tiene un valor mucho más elevado, allí recibieron los Sacramentos nuestras generaciones sucesivas de ascendientes de siete siglos; allí ofrecieron sus oraciones a Nuestro Señor, allí se reunieron en horas de adversidad, en rogativas a Dios para que remediara sus males y en días venturosos en acción de gracias por los dones recibidos y debajo de su pavimento y de la tiera de su contiguo huerto, que fue Campo Santo, los cuerpos convertidos en polvo de millares de aquellos fieles, esperan a que llegue el último día para levantarse a gozar la vida eterna prometida.

Además de estos valores históricos y espirituales, tiene el edificio otro material que no es despreciable, y si se aplaza la reparación y la reforma, que debe hacerse pronto, es muy probable que en cualquier invierno de abundantes lluvias, se derrumben, el tejado del crucero y la totalidad de su muro del Oeste, el que en su caída, además de destrozar la techumbre de su antiguo templo, podría hundir la arquería ojival, que se conserva actualmente en perfecto estado y que representa una de las construcciones más puras de este estilo en el siglo XIII. Las pérdidas serían cuantiosas.

Durante los últimos diez años, todos los edificios parroquiales de esta Diócesis de Jaén han sido reparados o reconstruidos, según sus necesidades, menos el de Castellar, a pesar de que ahce ocho años se cerró al culto como consecuencia de su estado ruinoso y desde entonces todos los actos y ceremonias religiosas se celebran en una capilla de fundación particular, que tiene una superficie de 330 metros cuadrados, en los que están incluidos la extensión que ocupa el coro, y como el censo de población es de unos 7500 habitantes, resulta que para cada 22 de ellos, corresponde un metro cuadrado de su iglesia. Es muy lamentable que de los doce millones de pesetas que se han invertido en la diócesis para esta clase de obras, no haya correspondido ninguna cantidad para la reparación de este Templo, aunque dudamos que todos los de la provincia estuvieran en peores condiciones de seguridad qu eel nuestro y más deficientemente sustituidos.

No es nuestro propósito culpar a nadie de la lenta tramitación del expediente inciado en el año 1943 para la ejecución de las obras de que venimos ocupándonos y como dicho documento es ya el único de esta clase que queda sin resolver en la provincia, tenemos la esperanza de que a lo más en el año venidero, veremos el comienzo de las obras que tantos quebrantos pueden evitar.

Juan de Dios González Carral. (Impreso de la Imprenta de la Loma - Ubeda)"

Manuel Ramos

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